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«Alejandro Gaviria: Siendo ministro de salud en Colombia sufrí un choque séptico que casi me costó la vida»

11/02/2025
«Alejandro Gaviria: Siendo ministro de salud en Colombia sufrí un choque séptico que casi me costó la vida»

Alejandro Gaviria, exministro de Salud de Colombia, es una de esas personas que han dejado una huella imborrable en la lucha por un mundo más justo. Su labor ha sido clave para facilitar el acceso a medicamentos esenciales, como los antirretrovirales para el VIH, a personas sin recursos. Su compromiso con la salud pública le llevó a participar en la segunda edición de las jornadas Revolution, un espacio dedicado a analizar los avances y retos actuales en el tratamiento y la prevención del VIH.

Las jornadas Revolution están organizadas por ScienHub Education, la plataforma de servicios formativos de la Fundación Lucha contra las Infecciones, con el objetivo de reunir a expertos de diversos centros y hospitales para debatir temas clave sobre el VIH. En esta ocasión uno de los ponentes invitados fue el sr. Alejandro Gaviria, economista, ingeniero y escritor colombiano, con quien tuvimos el placer de conversar con él un rato y proponerle una serie de preguntas para entender cómo afrontó el reto de ponerse al frente del Ministerio de Salud y Protección Social de este país.

Como ex ministro de Salud de Colombia, ¿cuáles considera que son los principales desafíos actuales en la lucha contra el VIH en América Latina y qué estrategias cree que serían más efectivas para abordarlos?

Durante los seis años que ocupé el cargo de ministro de Salud en Colombia (2012-2018) —siendo, de hecho, el ministro con mayor tiempo en el puesto—, me propuse abordar de manera prioritaria dos desafíos fundamentales: el acceso a los medicamentos y la sostenibilidad financiera del sistema de salud.

Por un lado, garantizar que el sistema contara con los recursos suficientes para responder a las necesidades de la población era una tarea crucial. Por otro, asegurar condiciones de acceso equitativas a los medicamentos para todos los ciudadanos, sin importar su nivel socioeconómico o el lugar donde vivieran, representaba un reto enorme en un país con profundas desigualdades territoriales entre el centro y la periferia de las ciudades.

Sin duda, fueron desafíos complejos, pero también esenciales para avanzar hacia un sistema de salud más justo y sostenible.

En su experiencia, ¿cómo ha influido la política pública en la accesibilidad y equidad de los tratamientos antirretrovirales en países de renta media y baja?

En América Latina y en los países de renta baja, las políticas públicas en materia de salud han ido consolidándose en los últimos años. Creo que se han logrado avances innegables en muchos indicadores sanitarios, así como en el acceso a medicamentos esenciales, incluidos los antirretrovirales. Sin embargo, el principal desafío ahora radica en la incorporación de nuevas tecnologías y en la creciente presión que estas ejercen sobre los sistemas de salud.

La gran pregunta es: ¿cómo integrar un medicamento innovador en el sistema de salud de manera que sea accesible para toda la población?

El caso de Colombia es particularmente complejo. En mi país, cerca del 50 % de los trabajadores no tienen un empleo formal, lo que implica que su acceso a la seguridad social no siempre está garantizado. Uno de los grandes retos que enfrentamos fue precisamente la inclusión de este sector de trabajadores “informales” en el sistema de salud público, asegurando que contaran con la misma cobertura y derechos que el resto de la población.

Dado su enfoque en la democratización del acceso a tratamientos, ¿qué lecciones aprendidas en Colombia podrían aplicarse a nivel global para mejorar la atención a personas con VIH y otras enfermedades?

Vuelvo a un tema que ya mencioné: la presión tecnológica en los sistemas de salud. Un ejemplo claro de este desafío es el caso de los medicamentos contra la Hepatitis C.

Cuando analizamos la situación en Colombia, realizamos rápidamente un cálculo para determinar cuántas personas necesitaban acceso a este tratamiento. De inmediato nos dimos cuenta de que, si hubiéramos tratado a todos los pacientes en ese momento, el sistema de salud habría colapsado.

¿Cómo gestionar estas transiciones de manera eficaz? Lidiar con la presión tecnológica era un reto crucial. Aunque logramos implementar una estrategia exitosa, se trató de un éxito precario porque la incorporación de nuevos medicamentos puede generar problemas de sostenibilidad financiera y, en última instancia, poner en riesgo los avances en equidad que tanto esfuerzo ha costado alcanzar. De hecho, el sistema de salud ha avanzado en términos de equidad social, pero la aparición constante de nuevos medicamentos plantea un desafío continuo: garantizar que lleguen a toda la población de manera justa y equitativa.

En su opinión, ¿cuáles son las barreras más significativas para la erradicación del VIH y cómo se pueden superar desde una perspectiva tanto científica como social?

Concretamente en Colombia, enfrentamos dos barreras significativas. La primera es la identificación de la población que no cuenta con un empleo formal y, por lo tanto, no está correctamente integrada en el sistema de salud pública. La segunda, estrechamente vinculada a la anterior, es garantizar que estas personas tengan acceso efectivo a la medicación antirretroviral.

Además, existe un desafío adicional: la adherencia al tratamiento. En algunos casos, los pacientes no siguen adecuadamente su medicación e incluso la revenden en el mercado ilegal, lo que agrava aún más la problemática y compromete los esfuerzos por garantizar un acceso equitativo y un control efectivo de la enfermedad.

¿Podría compartir alguna experiencia personal o profesional que haya marcado la visión sobre la lucha contra el VIH u otras infecciones y la importancia de la equidad en salud?

Personalmente, viví una experiencia única y desafiante: siendo ministro de Salud, fui diagnosticado con cáncer. Esto me puso en una doble posición, la de liderar las políticas de salud pública mientras enfrentaba en primera persona un tratamiento intensivo durante siete meses.

Fue una situación extremadamente difícil, porque, de alguna manera, me convertí en «el paciente» de Colombia. Mi enfermedad fue seguida por todo el país como si se tratara de una telenovela, con una exposición mediática que hizo el proceso aún más complejo.

En relación con el VIH, tengo un vínculo cercano con el tema. Uno de mis mejores amigos es el principal referente en esta infección en mi país, un equivalente al Dr. Bonaventura Clotet aquí. Paradójicamente, cuando yo mismo fui paciente de cáncer, estuve al borde de la muerte por una infección: sufrí un choque séptico. Y fue precisamente él, con su experiencia y conocimientos, quien finalmente me salvó la vida.

Por último, ¿qué mensaje querría transmitir a los profesionales de la salud e investigadores que participan en este congreso “REVOLUTION – Avances y desafíos en el tratamiento del VIH”?

Me gustaría abordar algunos de los debates bioéticos a los que tuve que hacer frente durante mi etapa como ministro de Salud en Colombia. Son cuestiones fundamentales que, pese a su importancia, a menudo quedan relegadas en la discusión pública. Sin embargo, considero que deberían ser un elemento central del debate, porque muchas de las dificultades de sostenibilidad de los sistemas de salud y los desafíos que afrontan los países con menos recursos tienen su origen en dilemas bioéticos que, en muchos casos, se han evitado sistemáticamente.

Por ejemplo, ¿cómo se justifica la incorporación de un nuevo medicamento oncológico que puede costar 1.000 dólares al mes y que, en términos clínicos, sólo está asociado a una media de 25 días adicionales de supervivencia? ¿Cómo se construye legítimamente un «no» en estos casos? ¿Cómo se toman estas decisiones de forma ética y responsable?

Otro dilema relevante es el coste de las prestaciones sanitarias. Si como pagador público debo financiar un servicio médico, ¿por qué debería pagar a una institución que gasta tres veces más que otra con las mismas características para ofrecer exactamente el mismo servicio?

Alejandro Gaviria

Alejandro Gaviria impartint la xerrada a la jornada Revolution

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